¿Quién me puede decir, dónde queda?
lo busco en las calles de mi soledad
inmensa
en las habitaciones
de mi nostalgia
en el péndulo incandescente
de mis frustraciones.
¿Dónde está el mar?
todo el cabía en un cono de papel
en un vaso para zumo de naranja
pero se escurrió de mis manos.
De pronto la salinidad laceró la textura
de mis palmas.
No lo hallo en el café que bebo
ni en el diario que religiosamente compro
y leo todas las mañanas
mucho menos en la perspectiva de los cuadros
disparejos con los que adorno
las paredes de mis años.
¿Dónde está el mar?
Quizá debiera dormir un poco
uno nunca sabe
quizá y con algo de suerte
le halle enclavado en un sueño.